domingo, febrero 17, 2008

Cantaba cumbias

Quizá fuera por los años que cada vez pesaban más sobre su cuerpo. Lo cierto era que cada vez se esforzaba menos por sonreír al salir a cantar.

Sus discursos eran robóticos, sus palabras sin emoción y su voz plana, como si con ella timbrara torres de papeles día a día en una inexistente oficina. Su cuerpo flaco ni siquiera llamaba la atención entre la gente, y sin la ayuda del micrófono seguramente era imposible que se hiciera oír.

Una vez más debía salir y fingir que la cara del público le importaba, aunque en realidad hacía mucho tiempo que había dejado de ser trascendental si la gente le escuchaba o miraba hacia otro lado mientras mascaba un chicle sin sabor. Era simplemente su trabajo.

El escenario se movía y de pronto una brusca frenada le hizo perder el ritmo y olvidar la letra; tras tararear unas sílabas más dio por terminada la cumbia. El chofer había arruinado su show y su recolección de monedas. Y se bajó del transantiago.

1 comentarios:

Artemisa dijo...

Hola!!

Un cuento bonito... pero con un final triste :(

Besos