viernes, agosto 04, 2006

"ChocoLate"

Mentiría si dijera que recuerdo cuándo comenzó mi afición por los chocolates, esa exquisita sustancia que generalmente viene fraccionada en cuadros y envuelta en los típicos papeles brillantes que conservan ese rico aroma incluso aunque lleven mucho tiempo guardado. Algunos beben, otros se drogan, otros se suicidan, y yo opté por los chocolates.

Ya son las tres de la mañana y aún sigo mirando por la ventana cómo cae la lluvia sobre el suelo, las gotas rebotan y salpican los charcos formando interminables ondas sobre la cristalina superficie. Vienen imágenes a mi memoria, cada una como esa eterna gota de la tortura china, que poco a poco me va matando. Primero aparece Ignacio, con esa sonrisa cautivadora que me atrapó en un principio, y luego se superpone su verdadera cara, con esa risa burlesca que le vi la última vez. Pero dicen que el que ríe último ríe mejor.

Sus palabras dulces, sus movimientos suaves, su sonrisa amable me conquistaron de inmediato. Era simplemente todo lo que yo había deseado siempre. Venía saliendo de los últimos rounds con el abogado para tramitar mi divorcio y estaba totalmente desmoralizada, pero Ignacio apareció para salvarme. Me decía todas aquellas cosas que yo quería escuchar, me inventaba todas las historias que yo era capaz de imaginar y me sentía feliz a su lado. Obviamente el hecho de que él también estaba separado de su ex –mujer hacía que me sintiera comprendida. No me importaba que fuese menor que yo, apenas son 6 años de diferencia y yo no me sentí como profanadora de cunas ni mucho menos. Tardé poco en darme cuenta que nunca tenía dinero, pero mi profesión me pagaba como para mantenerlo a él, a sus dos hijos e incluso a su ex, si lo hubiese querido.

A poco andar comenzamos a vivir juntos, pero su trabajo de visitador regional lo hacía viajar mucho, y a veces incluso pasaba más de una semana sin que estuviera conmigo. Siempre estaba exhausto así que procuraba no llamarlo en la noche para que pudiera descansar tranquilo a pesar que le había comprado un celular justamente para poder sentirlo más cerca. Y cuando volvía siempre le esperaba con alguna sorpresa o un regalo, una nueva camisa o sweater para que luego se luciera frente a sus pares. Pero de pronto todo comenzó a cambiar. Ya no se alegraba por ver su platillo favorito servido en la mesa, sino que lo exigía, junto con un buen vino para poder acompañar mi poca habilidad culinaria. Se dormía inmediatamente dándome la espalda, sin dejar siquiera que me durmiera abrazándolo. Sus viajes eran cada vez más prolongados y sus hijos cada vez se enfermaban más gravemente. Pagué médicos, juguetes, cuentas de agua y luz, colegio y jardín infantil, sólo para que él pudiera estar tranquilo, pero aún así Ignacio no volvía a ser la persona que conocí.

Mientras mascaba frenéticamente un trozo de chocolate amargo que él no quiso probar se me ocurrió revisar sus bolsillos mientras se duchaba. Nunca lo había hecho, pero valía la pena salir de la duda. Fotos de sus hijos, tarjetas de presentación, papeles de dulces baratos y boletas. Y una cuenta de agua: "Pasaje Balmaceda 0209. Comuna: Rancagua". Apunté rápidamente los datos en mi agenda y dejé todo tal cual para cuando saliera del baño; esta vez yo estaba dormida primero.

Avisé en mi oficina que debía hacer unos trámites de mi divorcio, por lo que podía alargarse un poco mi hora de almuerzo, pero tomé el auto y me fui a Rancagua, total preguntando se llega a Roma, y con mayor razón al "Pasaje Balmaceda". Barrio humilde, casa color verde, y una mujer morena con un niño en brazos. Adopté la personalidad de una ejecutiva de pre-aprobación de créditos, con lo cual la muchacha me hizo entrar en su casa. Me contó que Ignacio Fuentes, su marido, estaba de viaje debido a temas de trabajo; "nuestra guagua lo extraña tanto cuando no está…" y luego de este comentario me sirvió un vaso de agua al ver mi cara pálida como papel. Me retiré arguyendo que si él no se encontraba debería dejar el trámite para otra oportunidad. Subí al auto y conduje 5 minutos, no podía más, las preguntas se atropellaban en mi cabeza. ¿Desde cuándo estaba con Romina? Calculando la edad del hijo eran al menos dos años. Y la engañaba conmigo. Pero el recorrido no terminaría allí. Quedaba otra casa más que visitar.
Llegué a San Bernardo, a la casa de su ex esposa. La dirección la sabía de memoria, puesto que llevaba meses pagando las cuentas de agua y luz de "la casa de sus hijos". Timbre. Aparece una anciana seguida por dos niños pegados a sus piernas. Nuevamente soy una ejecutiva y me invitan a pasar. "Nachito está de viaje ahora y la Catita está trabajando, y yo cuido a los niños. ¡Tate quieto Matías! Ay, si son igual al papá en lo desordenados aunque en pelito rubio es de la Catita, disculpe señorita,.. ¿cuándo? Yo creo que mañana o pasado él debería volver y ahí usted lo puede ubicar ".

Y yo que quería tener un hijo suyo. ¡Já! Con razón le daba lo mismo, si ya tiene tres, si es que no hay más repartidos en otras ciudades. Nunca se separó. Se metió con Romina estando con "la Catita". Y se enredó conmigo estando con las otras dos. ¡Y la última estúpida mantenía a todo su harem y a sus huachos! Lloraba con rabia mientras conducía a mi departamento, no pensaba volver a la oficina.

Se derrite el último trozo de chocolate en mi boca, mientras el reloj marca las 7:30am. Sigue lloviendo. Ni una sola lágrima más. No lo merece. Me levanto y me lavo la cara, me doy una larga ducha caliente, elijo mi mejor ropa y me maquillo. El chocolate artesanal, su favorito, está sobre la mesa, aunque no se imagina que luego de seis horas comenzará a asfixiarse, su tráquea se cerrará y el corazón se paralizará en cuestión de minutos. Muerte lenta, dolorosa y limpia, puesto que el anteph es un veneno fácil de conseguir y muy difícil de detectar en un cadáver. Gracias Santa Internet, ¡no te mueras nunca! Parece casi un chiste cruel.

Mientras reviso mi mail marco su número de celular como cada mañana a las 10:00. "…te dejé una sorpresa sobre el comedor, sabía que llegarías hoy… déjame un trozo, amorcito, ok? Nos vemos en la noche…". Pero la última frase no se cumplió. En la hora de almuerzo fui a mi departamento y en una bolsa de basura recogí el chocolate sobrante, el veneno, la jeringa y los guantes. Volví a meter el paquete en una bolsa de supermercado y la dejé en un basurero lejos de allí.

Dos días después estacioné mi auto cerca de una iglesia en San Bernardo. A pesar que No doubt entonaba "too late" con altos decibeles, casi podía oír los gritos de las personas de la capilla tratando de evitar que una rubia llorona se peleara con una morena que tenía un niño en brazos, mientras yo disfrutaba una barra de Sahne- Nuss.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Bueno en otra época , "Al servicio de su Majestad" una misión , algo limpio, menos de un minuto , un combo de acero y sus piernas reventadas, un escupo en la cara o si lo prefiere una bolsa de mierda en su rostro y una leyenda en un papel que diga "esto recién comienza" , matarlo habría sido haberle hecho un favor,que le puedo decir, a parte que estuviste a punto de ser una asesina y habrías pagado un precio caro, por algo que no valía nada, usted tuvo que haber contactado profesionales, y el próximo lugar que allá tenido que ir a supervisar, tendría que tener una rampa; es que este país esta lleno de cara de rajas que se aprovechan de la gente ( es mas ese año también me enfrente a uno , parece que el 2006 fue el año de ellos), y el mundo es injusto, bueno la razón te ayudo , pero fue genial lo de la catedral eso fue digno de RIPLEY, hay VITA usted es Genial, escribes muy bien y bueno,ojala algún día podamos platicar (pensaste que esta entrada alguien la iba a leer?, que hay de verdad en ella??? un gran misterio) le recomendaría que la hiciera desaparecer o en su defecto guardela en su caja de seguridad , mire que la gente mal interpreta las cosas
sigo leyendo
PD: olvídese de los cara de raja, me dio rabia si, el hueon ese, hacer leña del árbol caído ,se aprovecho de tu corazón herido de tus sentimientos,como no valoro todo lo que hacías por el,HIJO DE PUTA, mejor que no publique una foto de ese cafiche, hay gente que se lo devolvería en caja, y simplemente por el echo de poder ver su hermosa sonrisa (que particularmente no conozco pero...me imagino)