Aquellas que día a día revoloteaban alegres
Que con la punta de sus alas acariciaban,
Jugando,
Las paredes del estómago.
Aquellas coloridas y brillantes
Capaces de cambiar el clima
Es inspirar una sonrisa
Aquellas que producían cosquillas...
Ésas yacen muertas.
Con las alas resecas, destrozadas y marchitas
Abandonadas a su suerte
Tapizan el suelo, inertes y fantasmales
Como testimonio de la vida que hubo ayer
Y de la dicha que hoy no está más.
El tiempo se encargará de pulverizar
Y eliminar los vestigios de los cadáveres.
Así el camposanto mañana desaparecerá
Y quizá, sólo quizá, un día brote la esperanza:
Germine una hoja, una rama, una flor
Y nuevamente una oruga traiga la ilusión
De un vientre poblado de residentes multicolor.
0 comentarios:
Publicar un comentario