martes, mayo 27, 2008

Guerra perdida

Hay días como hoy en que me gustaría gritarle mi odio a la gente
y romperles los tímpanos con mis clamores lacrimosos
pero sigo en silencio.
Y prefiero callar, y ya ni siquiera llorar.
Sino que el silencio... y vaciar mi mente en una lectura entretenida
y así olvidarme del conflicto.
Porque en mi interior la batalla no tiene tregua,
por más que yo no quiera presenciarla.
Y no hay banderas blancas, ni tampoco tratados de paz.
A veces el corazón gana terreno, pero al día siguiente
mi mente ha conquistado un nuevo sitio.
De esta forma la pugna sigue, a veces lenta, silenciosa,
envuelta en sombras... pero ahí están los cadáveres:
resultado de una guerra silenciosa, estúpida y perdida.
Porque lo triste del asunto es que ya sé cuál es el resultado, y sin embargo no lo quiero...
Tal vez, un día en que me encuentre aplastada por la realidad,
cuando aparezca frente a mí y ya no haya forma de negar que he perdido la batalla
Tal vez, sólo tal vez me rinda y pueda volver a casa.

2 comentarios:

Ana Ortiz dijo...

No importa si la guerra se pierde, lo impotante es haber sabido dar batalla. De los dos lados siempre se acumulan cadáveres.

Víctor Acosta Alegría dijo...

pero que maravillosos son los gritos de despaprpajo entre cadaveres...

solo si realmente eres sordo no los puedes oir...

Cariños..