Camino. Ella me mira.
Está oscuro. Ella de lejos me mira.
Sigo moviendo mis pies uno delante del otro, andando, sin querer levantar la vista porque sé que está ahí. Ella me sigue, pero sin hacerlo.
Desisto. La miro.
Aún cuando sólo nos encontramos un par de días en el mes la espero. La espero con ansias y la odio a la vez.
Ella no se burla, ni tampoco me consuela.
Sabe que me trae recuerdos.
No hace más que acompañarme mientras camino, mientras me tiendo en la cama y enfoco a través de la ventana. Luego me mira mientras duermo.
Y sabe que cuando la miro el paladar se vuelve playa, la planta de los pies siente otra vez la arena fría y bebo un litro de recuerdos.
Miradas, risas, lágrimas, abrazos, suspiros.
No se burla de mi melancolía, ni tampoco me consuela de mis momentos perdidos.
También tú lo sabes.
En esa oportunidad, sentados en la orilla de la playa, te dije:
"hay luna llena... cada vez que la veas te acordarás de este día".
Qué mala idea, qué maldita sentencia!!
Ahora soy yo quien cada vez que hay luna llena te recuerda.
miércoles, enero 23, 2008
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2 comentarios:
Que hermosa forma de escribir , se siente el contenido, sigue así
saludos y te sigo leyendo
Checho J. FRY
Hermosos post, escribis muy bien. Me gusta.
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